Hablemos de motivación, sí, ese ingrediente que está siempre presente
en las personas exitosas o en las
que se encuentran en el camino hacia el éxito.
Sin duda muchos utilizamos esta palabra para dar ánimo: “motívate y sigue
adelante”, destacar los actos sobresalientes de alguna persona: “mira lo que está
haciendo, se ve que está muy motivado” o alagar a un ser querido: “tú eres mi
principal motivación”; por poner algunos ejemplos.
Sin embargo muy pocos
saben que el origen etimológico de esta palabra. Su raíz etimológica proviene del latín
“motivus” o “motus” (movimiento)
y del sufijo “ción” (acción y
efecto). La psicología y la filosofía le dan el sentido de “lo que impulsa a un ser humano a realizar acciones en busca de un fin
deseado”. No exactamente con esas palabras pero en esencia eso es lo que
quieren decir.
El psicólogo Abraham
Maslow (1908-1970) dijo: lo que motiva a las personas es una jerarquía de
necesidades, usualmente representadas como una pirámide. La idea es que las
necesidades primordiales (las básicas, representadas en la base de la pirámide)
tienen que ser logradas primero, antes de tratar de lograr las necesidades del
nivel más alto de la pirámide.
Pero no necesitamos
ser ni filósofos, ni psicólogos para poder descomponer la palabra motivación en
“motivo-acción”, es decir, lo que “impulsa tu actuar” o “motiva tu acción”. Si, ese detonante
que se compone de sueños, esperanzas, fe y amor hacia una meta determinada y
hace que te despiertes cada mañana con ilusión y deseo de avanzar aunque sea un
paso hacia esa meta que te has propuesto, es el combustible que mantiene ese
deseo constante de aprender todo lo que te falta para alcanzar ese sueño que
tienes.
Ese sentimiento que
hace que tus días sean excitantes, divertidos, llenos de experiencias, y te
permite ver los fracasos y derrotas como parte del proceso de crecimiento. Eso
que te hace actuar, sentirte y estar vivo. Todo eso es la motivación y eso se
contagia, se inspira o se desarrolla.
Las personas que están
camino a lograr la meta que se han propuesto, contagian su motivación y
entusiasmo a quienes están a su alrededor, principalmente aquellas personas que
harán posible alcanzar dicha meta, a esto le llamaremos motivación que se
contagia.
La mayoría de
nosotros hemos conocido a personas que son capaces de inspirar a un grupo de
personas a lograr cosas grandes, incluso extraordinarias. Este líder inspira la
motivación, no solo él está motivado y tiene clara la visión de la meta a
lograr, sino que logra unir a todo el equipo de trabajo (sea en una empresa, un
deporte, o un grupo social) en una sola visión y hace que dicho equipo trabaje
con miras hacia un solo fin, haciendo que las diferencias, tanto de
personalidad como de habilidad, trabajen en su beneficio aprovechándose de la
sinergia.
Los grandes líderes y
las personas de éxito saben desarrollar y mantener la motivación por sí mismos,
no necesitan de lugares especiales, ni personas que les estén diciendo lo bien
que están trabajando, o lo buenos que son en lo que hacen. Ese tipo de personas
saben que la motivación, al igual que el Amor y la felicidad vienen de nuestro
interior y que todo lo que puedan lograr depende solo de lo que hagan con esa motivación
y el correcto uso de los recursos que Dios puso a su disposición iniciando por
el cuerpo y la mente, que es el recurso mal valioso con que contamos de cada
uno de nosotros.
En conclusión, ya sea que te contagien, inspiren o desarrolles
la motivación, lo más importante es mantenerla y mantener siempre la visión
de la meta que quieres lograr recuerda que un paso son 30cm menos hacia la meta
que te has propuesto. Martin Luther King dijo: “si no puedes volar entonces
corre, si no puedes correr entonces camina, si no puedes caminar entonces arrástrate,
pero sea lo que hagas, sigue moviéndote hacia adelante.”
James Cash Penny escribió: "Muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás un hombre que puede
cambiar la historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás un simple
obrero."
Seas lo que seas y
hagas lo que hagas recuerda siempre tener por lo menos un sueño, una meta o un ideal,
así no veras todos los días iguales, esperando la hora de tu muerte. Lo importante
es vivir cada segundo de nuestra existencia, así cuando llegue el tiempo de
partir de este mundo podremos hacer nuestros los versos de Amado Nervo: “amé,
fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
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